DIEGO ALBERTO BAROVERO

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El viejo sueño del "Panrradicalismo"




Un entrañable amigo me ha pedido que vuelva a escribir algo en torno a la palabreja entrecomillada que figura en el título.

Aún habiendo tratado de sustraerme a la tentación que me anima por estas horas, en la previa de la reunión ordinaria de la Honorable Convención Nacional de la Unión Cívica Radical que se reunirá en Mar del Plata el viernes 17 y sábado 18 de abril y para la que nos encontramos prestos a partir, no he podido vencerla y me atrevo a volver a compartir con mis correligionarios un par de notas redactadas en distintos meses del año pasado y en circunstancias diversas entre sí y respecto de las actuales que transitamos los argentinos.

En ambos textos (de julio y octubre de 2008) aparecen ideas, conceptos, propuestas, fundamentos, vinculados con la unidad de las tendencias radicales desgajadas del tronco o la estructura orgánica del viejo partido de Alem al que de uno u otro modo, todos (y recalco TODOS, quien escribe y quienes leen estas líneas), en el acierto o en el error, hemos tratado de brindarle nuestros mejores esfuerzos y nuestras mejores energías, sacrificando comodidades particulares, tranquilidad, contención y cariño familiar, ventura profesional, etc.

He superado el impulso de reescribirlos o modificarlos, en procura de una mejor adecuación a los tiempos que corren – ciertamente de mejor perspectiva para quienes nos sentimos radicales – ya que estimo que ambos contienen conceptos y análisis que son valiosos dada la temporalidad en que fueron producidos y la lógica y posterior decantación de los acontecimientos no ha alterado en sustancia su contenido.

El desafío radical de la hora presente sigue siendo el mismo, a la luz de experiencia aquilatada y la enseñanza póstuma que nos legara el inmortal Raúl Alfonsín. En la conjugación de los comunes denominadores que nos identifican a todos y la sincera vocación de construcción de conjunto nos ayudará a reconstruir la más eficaz herramienta de la democratización de la República Argentina y ponerla una vez más al servicio de la Causa que le diera origen y consumar la obra pendiente.

Diego Barovero
Convencional Nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
17 de Abril de 2009


Nota sobre el partido abierto y la unidad radical
por Diego Barovero (octubre de 2008)
En las horas previas al inicio de las deliberaciones del más alto cuerpo de gobierno de la UCR el debate mediático parece conducir inexorablemente hacia la cuestión de la apertura o no del partido a los dirigentes y núcleos que en los últimos años se alejaron de la estructura orgánica radical iniciando experiencias electorales autónomas.No vale la pena ni es lícito circunscribir la discusión en torno a este problema a la cuestión de la posibilidad de reingreso de Julio Cobos a la UCR como pretende el periodismo con empeñoso reduccionismo.El problema radica en saber a cuántos radicales contiene a en estos momentos la estructura orgánica oficial de la UCR y cuántos de esos radicales que no están actualmente dentro de esos límites, están dispuestos a regresar al tronco partidario para dotarlo de mayor solidez y consistencia en procura de construir la alternativa al hegemonismo peronista y de cómo se instrumenta ello sin dañar el espíritu de unidad y cohesión interna de modo que la suma algebraica no sea 1+1=1.Tampoco puede en estas singulares circunstancias que vive la UCR darse el lujo de abrir un debate a esta altura estéril en el que unos y otros se arrojen culpas a la cara para ver quién o quiénes fueron más radicales en el pasado reciente.Ya sostuvimos en otra nota anterior ("De Radicales y ex radicales: La actitud de Cobos y el Panrradicalismo" 20/07/2008) que no se trata de hacer análisis focalizados en personas individuales y actitudes pasadas. Todos hicieron lo suyo y les caben responsabilidades en el debilitamiento del radicalismo. Unos "porque eligieron acercarse a los favores oficiales durante la presidencia de Néstor Kirchner en detrimento de la posibilidad de reconstruir el sistema bipartidista sobre el que se asienta el régimen democrático argentino, al renunciar a la opción de fortalcer al radicalismo como opción competititiva y fuerte, capaz de enfrentar y derrotar al justicialismo gobernante". Los otros porque obraron para "impedir por todos los medios legales y de los otros que el radicalismo pudiera contar con candidatos propios a la presidencia y vicepresidencia de la Nación en los comicios de 2007 y condujeron al partido a un conglomerado electoral que terminó sustentando la candidatura presidencial de un afiliado al justicialismo y ex ministro de Kirchner, con lo que terminaron de diluir la opción radical confundiendo aún más al electorado".Sin embargo, hay que saber renunciar a la tentación de ver la realidad desde el espejo retrovisor, porque nos devolverá un paisaje que irremediablemente estamos dejando atrás, y al mirar hacia adelante nos encontraremos con el panorama que nos depara hasta arribar al horizonte a alcanzar y que debe incluirnos a todos los radicales, sin exclusiones, que deseen ser parte de la recuperación de la herramienta que nos brinde la posibilidad de dotar a la ciudadanía argentina de la alternativa de la reconstrucción de la república democrática en un clima de tolerancia y pluralismo.Para ello es válido también recurrir al noble acervo histórico de la rica tradición radical. Si hubo un momento verdaderamente crítico en la vida de la UCR fue la caída de Hipólito Yrigoyen a manos de un golpe cívico militar, con participación de numerosos radicales llamados antipersonalistas, virulentos opositores al Peludo. Con Yrigoyen encarcelado y las filas radicales diezmadas por la persecusión y el destierro, en abril de 1931 retornó Marcelo de Alvear al país (su sucesor en la presidencia de la República) que había sido muy crítico del anciano caudillo al enterarse de su fatídico derrocamiento. Llegó a decirle a un periodista extranjero horas después de la asonada del 6 de setiembre "gobernar no es payar", denigrando la capacidad de conducción del presidente constitucional depuesto, a la sazón su correligionario y amigo. Sin embargo el gran viejo siempre confió en él: "Marcelo es radical", les decía a sus más fieles seguidores.Alvear fue tentado a unirse a las filas del triunfalismo golpista con la posibilidad de heredar la situación política con la bendición del Régimen. Allí surgió nuevamente la fibra radical de "Marcelo", como afectuosamente le decía Yrigoyen. Establecido en el Hotel City de la Capital fue recibiendo a todos los radicales de todos los rincones de la República y de todos los núcleos internos para escucharlos, sondearlos, tantearlos y convencerlos de la necesidad de unirse para la reconstrucción de la vapuleada UCR.Así, con la infinita y legendaria paciencia aquilatada en el ejercicio de costumbres radicales popularmente difundidas (y, porqué no decirlo, vituperadas) del "meloneo" y la "rosca", Alvear fue rodeándose de lo mejor y más noble de la UCR aunque provinieran tanto de la vertiente personalista (yrigoyenista) como antipersonalista, dejando atrás enormes agravios y profundas heridas que los habían llevado a la primera y más dolorosa división partidaria. Conformaron la Junta Nacional Pro Reorganización de la UCR (la Junta del City) firmaron el Manifiesto del City (Por el Hotel donde residía Alvear y se llevaban a cabo las reuniones). No se hablaba en el documento de exclusiones, no se juzgaba a las personas ni sus conductas. Se hacía un amplio y generoso llamado a la unidad de los radicales de corazón y de alma.El Manifiesto decía que la situación conducía a buscar en la organización del Radicalismo el medio eficaz de salvaguardar las libertades públicas y que él podía invocar con derecho el honor de haber batallado en todos los terrenos por la verdad de las instituciones del país. "Aspiramos a que el Radicalismo, en la tarea de reconstruir vertiginosamente su unidad partidaria y en el superior y más difícil de dirigir los destinos del país, realice el régimen democrático que suponen en síntesis el gobierno de la Nación ejercido en su doble aspecto de la probidad y la competencia. Queremos en consecuencia partido con programa, organizado y funcionando de acuerdo con las reglas establecidas en sus estatutos internos, regido por el voto de sus cuerpos directivos con sanciones para todos los que lo representen en las funciones públicas y como expresión elevada de su voluntad, gobiernos controlados y de responsabilidad efectiva, moral e intelectualmente capacitados con eficacia por el mayor bien y el más alto honor de la República".A continuación el Manifiesto expresa que "el anhelo patriótico como ciudadanos se sentirá satisfecho si la Unión Cívica Radical, dignamente fortificada en la adversidad y sobre la base de un programa concreto de gobierno, sirve una política de orden institucional, de faz social y de reconstrucción institucional" **.Los firmantes del histórico Manifiesto habían sido yrigoyenistas y antipersonalistas, comprendieron que para derrotar a la dictadura no alcanzaba con una parte del Radicalismo, y fueron capaces de deponer tremendos enconos políticos y rencores personales que databan de la década anterior en la certeza de estar obrando con sentido de patriotismo y profundo radicalismo para dar a la república la herramienta de acción civil que requería en la necesidad de recuperar la democracia. Algunos de sus nombres merecen recordarse: Marcelo T. de Alvear, Ernesto Boatti, Julio Borda, Ricardo Caballero, Francisco Emparanza, Vicente C. Gallo, Arturo Goyeneche, Adolfo Güemes, Mario Guido, Remigio Lupo, Manuel Menchaca, Emilio Mihura, Víctor Molina, Enrique Mosca, Carlos Noel, Juan O'Farrel, Roberto M. Ortiz, Roberto Parry, Honorio Pueyrredón, Francisco Ratto, Fernando Saguier, Obdulio Siri, José P. Tamborini y Pablo Torello.Aún habría alguna deserción posterior, como la de Ortiz que sería ministro de Justo y candidato presidencial en 1937 en oposición a la UCR y la de Caballero que fue senador nacional de la Concordancia. Pero en sustancia, muchos de los hombres que desde el antipersonalista habían sido partícipes del vilipendiado "contubernio" y habían combatido virulentamente a Yrigoyen, cruzaron el imaginario Jordán y se purificaron al reintegrarse nuevamente al radicalismo para compartir sus avatares, tonificándose "a la intemperie", para fortalecerlo y asegurar su continuidad histórica y principista para bien de la República.El desafío que se nos presenta en esta coyuntura partidaria exige la misma dosis de realismo, generosidad y desprendimiento que supieron asumir esos grandes prohombres que hoy veneramos con devoción, porque hicieron posible la subsistencia del Radicalismo a través de la tristemente célebre Década Infame, permitiendo posteriormente ser renovado con el aporte juvenil de la intransigencia que recogió el estandarte para enfrentar al autoritarismo peronista en las décadas de los cuarenta y cincuenta.La sociedad espera mucho del Radicalismo en estas circunstancias históricas. Sobre todo espera espíritu de grandeza y sensatez. Los radicales tenemos el deber de comprender el reclamo de la sociedad. Si somos capaces habremos hecho -otra vez en la historia patria- una importante contribución al país.
De Radicales y ex radicales:El voto de Cobos y el "Panrradicalismo" (Julio de 2008)
Por Diego Barovero
En julio de 1981 la revista Todo Es Historia dedicó su edición a los noventa años del radicalismo y en él su director el maestro Félix Luna publicó un artículo titulado "Los ex radicales". La nota relata con amena prosa las escisiones y deserciones que lo largo de su -entonces- casi un siglo de existencia había afrontado la UCR. Lejos de ofrecer al lector una interpretación dogmática o cerrada acerca de las causas y los motivos de los diversos alejamientos del viejo partido protagonizados por importantes figuras de la vida nacional, el mismo "Falucho", en el epílogo de su artículo, se considera a sí mismo un ex radical que reconoce la frustración y la tragedia que significó semejante ruptura, aunque no lo considera indecorosa ni merecedora de reprobación. Algunos años después y ya con la democracia plenamente restituída en la vida de los argentinos, don Félix Luna volvió a sentirse contenido en las filas radicales para orgullo de quienes formamos parte de ellas.La referencia al artículo, en lo que respecta al sentido de estas líneas, se centra en el comienzo, en el que anota Luna: "-Cuando alguien, a cierta altura de su vida, se hace radical, no es que se haya hecho: es que era y no lo sabía..."Esta aserción, acuñada en algunas de esas infinitas tertulias donde los radicales debaten interminablemente las esencias de su partido, puede complementarse con otra: "-Cuando alguien, a cierta altura de su vida, deja de ser radical, no es que haya dejado de serlo: no era radical, pero hasta ese momento lo ignoraba..."Y también podría agregarse, por vía de corolario:"-De todos modos, aunque haya dejado de ser radical, algo de radical le quedará hasta el fin de sus días...".La cita vale para analizar siquiera desde la perspectiva histórica y sociológica la actitud que le valió por estos días al vicepresidente de la Nación Julio Cobos el reconocimiento de gran parte de la ciudadanía, y en muchos casos el de sus ex correligionarios radicales (si se considera válida y legítima la existencia del pronunciamiento de un organismo interno partidario que dispuso su expulsión "de por vida" del padrón de afiliados del partido fundado por Alem) al desempatar en la votación del Senado sobre el tratamiento del proyecto de ley de las retenciones móviles en sentido contrario al interés del gobierno que integra y en conjunto con el arco opositor.Espero que se entienda aquí bien lo que se intenta plantear. No es una revindicación de la persona ni del comportamiento político de Julio César Cleto Cobos en su totalidad, porque implicaría además una rectificación del juicio que nos mereciera oportunamente la determinación de éste y el conjunto de radicales que eligieron acercarse a los favores oficiales durante la presidencia de Néstor Kirchner en detrimento de la posibilidad de reconstruir el sistema bipartidista sobre el que se asienta el régimen democrático argentino, al renunciar a la opción de fortalcer al radicalismo como opción competititiva y fuerte, capaz de enfrentar y derrotar al justicialismo gobernate.Ello no obstante, vale aquí aclarar que la conducción formal de la UCR, por entonces contendientes internos de Cobos y los lamados "radicales k", tampoco obraron de la mejor manera al impedir por todos los medios legales y de los otros que el radicalismo pudiera contar con candidatos propios a la presidencia y vicepresidencia de la Nación en los comicios de 2007 y condujeron al partido a un conglomerado electoral que terminó sustentando la candidatura presidencial de un afiliado al justicialismo y ex ministro de Kirchner, con lo que terminaron de diluir la opción radical confundiendo aún más al electorado.Pero volviendo al tema, la actitud en sí del vicepresidente Julio Cobos debe valorarse en esta coyuntura dejando de lado interpretaciones maliciosas y mezquinas, como un gesto que refirma la necesidad imperiosa de reconstruir el sistema político argentino a partir de la pluralidad de ideas y el fortalecimiento de la institucionalidad. Y con vistas a ello, la reconstrucción o reconducción de la UCR y de la oposición adquiere singular trascendencia.En este sentido cabe entonces señalar que a Cobos, como otros tantos (gobernadores, intendentes, legisladores) que por diversas situaciones y circunstancias se encuentran fuera de la estructura orgánica formal del radicalismo, no puede negársele el haber obrado de acuerdo al sistema de valores aquilatados a partir de una formación cultural y política de esencia y raíz radical, valga la redundancia."Defensa de la Constitución Nacional", "Federalismo", "Libertad de Sufragio", "Intransigencia" son, siguiendo la línea del maestro de radicalismo Dr. Eduardo Bautista Pondé en "Doctrina de la Unión Civica Radical" (Instituto Yrigoyeneano, 1989) cuatro principios doctrinarios de carácter prefundacional de la Unión Cívica Radical y que podríamos decir que conformaron la determinación del Vicepresidente a la hora de emitir su voto en la histórica sesión de la Cámara Alta. Cobos es un hombre que proviene de la vida universitaria, en la que se formó no solamente como ingeniero civil, sino en la que de acuerdo a sus propias declaraciones se adscribió al radicalismo. Siempre han sido los claustros universitarios, amén de los ámbitos de formación académica de nuestra juventud, los centros de difusión ideológica y doctrinaria de la Unión Cívica Radical y el semillero donde reclutó a sus cuadros dirigentes más importantes.El radicalismo, es obvio, atraviesa por estos tiempos su más profunda y prolongada crisis desde que fuera fundado en la última década del sigo XIX. Sin embargo ha transitado los tres siglos y diversas coyunturas problemáticas, y aún en las críticas circunstancias en las que se encuentra, no puede omitirse su influencia siquiera cultural en la formación de cuadros de gobierno aunque militen en tendencias políticas diferentes a la divisa rojiblanca. Un ex presidente de facto al que no vale la pena mencionar, sostuvo alguna vez que era imprescindible recurrir al radicalismo como escuela de gobierno y de formación política.En los días previos al desenlace del trámite parlamentario de las retenciones auspiciadas por el gobierno de Cristina Fernández, el vicepresidente auspició y participó de buen grado de un homenaje al doctor Hipólito Yrigoyen organizado por el Instituto Nacional Yrigoyeneano en el Salón Azul del Palacio del Congreso por el 75° aniversario de su fallecimiento. Ello debió de haberse tomado como una señal.El posterior voto de Cobos aportó fundamentalmente valores y principios históricamente ligados a la tradición radical: respetar las instituciones de la república, custodiar las libertades, promover el diálogo y la búsqueda de consensos, defender de la división de poderes, apoyar la producción nacional, custodiar las libertades, por citar solamente algunos.La figura constitucional del vicepresidente de la República ha sido y es por estas horas objeto de escarnio y difamación por parte de personeros del gobierno nacional, quizá interesados en provocar una crisis institucional que fuerce el desplazamiento del ciudadano que desempeña dicha magistratura para impedir que permanezca en la línea sucesoria presidencial, como reaseguro del ejercicio del poder por parte al clan gobernante. Desde la reforma constitucional de 1994 el presidente y el vicepresidente son votados en un único acto y por el sufragio directo de los ciudadanos, razón por la cual el segundo cuenta con la misma legitimidad que el primer término del binomio. El régimen constitucional argentino ha sufrido demasiados embates en la historia contemporánea como para que se tolere con cómplice silencio un ruin operación cuyo objetivo es el socavamiento de las instituciones democráticas, cualquiera sea el interés que se persiga.Por eso, un deber de la sociedad argentina en general pero fundamentalmente del sistema político y sus principales actores en particular amparar y proteger la institución vicepresidencial como resguardo de la vigencia del régimen republicano y representativo en toda su plenitud.Un párrafo final para el radicalismo, vilipendiado por extraños y socavado por propios. No debería desperdiciar la oportunidad que se le ha presentado casi providencialmente por los desatinos del oficialismo, sobre todo a partir del traslado del centro de la escena al Congreso, de constituirse en vértice de una opción política consistente, capaz de ser alternativa para cuando se produzca el inexorable desenlace del modelo de poder kirchnerista. Seguramente dicha construcción no deberá asentarse en forma exclusiva sobre la UCR, pero el aporte de su territorialidad y su estructura orgánica serán determinantes. No podrá soslayarse el innegable protagonismo que deben tener en esta construcción Elisa Carrió y Margarita Stolbizer, como algunos gobernadores radicales. Por eso es esperable que lejos de asumir actitudes expulsivas y reprobatorias el radicalismo oficial, el que tiene sede en el viejo edificio de la calle Alsina, pueda ser receptivo para con expresiones políticas surgidas de su propio tronco que, en el acierto o en el error, eligieron en algún momento de su trayectoria alejarse de la vieja casa para emprender un camino propio diverso. Una especie de panrradicalismo que sea algo así como la suma de las partes, si bien no el todo.Si es capaz de articular la tradición yrigoyeneana con una actitud abierta y renovadora que ofrezca un proyecto de país que en el marco de los principios de libertad y justicia privilegie el progreso económico con equidad social, habrá hecho una vez más en sus más de once décadas de vida una invalorable contribución a la salud del país.

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