DIEGO ALBERTO BAROVERO

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Los 120 años de la UCR


Hace cuarenta años Félix Luna escribió: “tener un partido como la Unión Cívica Radical es un lujo. Ningún país de América Latina y muy pocos en el mundo pueden jactarse de contar, dentro de su espectro político, con un partido cuya antigüedad exhiba una continuidad tan impresionante”.

Podemos ratificar esa afirmación con orgullo con motivo de cumplir la UCR 120 años de vida ininterrumpida al servicio de las mejores causas nacionales y democráticas, ya que una fuerza así que ha sido mayoritaria en muchas ocasiones históricas y cuando no lo fue ha sabido atesorar un significativo caudal de voluntades, que practica una razonable metodología de democracia interna y está organizada hasta en el último y más recóndito pueblito del país, constituye un importantísimo factor de estabilidad institucional y un canal insustituíble de pacífica transferencia de valores políticos y culturales.

Hemos sostenido en reiteradas oportunidades lo preceptuado por la Profesión de Fe Doctrinaria en el sentido que “el radicalismo es la corriente histórica de la emancipación del pueblo argentino”, entendiendo por ello que la UCR es una permanencia y no depende de circunstancias. La trayectoria centenaria de este partido en una nación de apenas doscientos años de vida independiente denota una profunda y arraigada tradición que merece ser exaltada, porque si un partido político puede exhibir semejante récord es porque ha sido y es modelo y paradigma para buena parte de la sociedad que representa.

El radicalismo tiene por razones morales un peso cualitativo igual o superior que el número de sus seguidores. Un ejemplo de la incidencia de la UCR en la vida cívica de los argentinos es que cada vez que aquella ha sufrido una crisis o una división sus secuelas han causado daño no solamente al propio partido sino al funcionamiento mismo de las instituciones democráticas del país.
Así fue como a lo largo de más de un siglo de vida,  cada catarsis de los radicales aparejó rupturas y discontinuidades en el orden constitucional, poniendo en emergencia la gobernabilidad y acrecentando los riesgos de la vida democrática y en libertad.

En efecto, la UCR puede demostrar la solidez de su permanencia en la historia argentina sobre la base de una doctrina y unos principios que han sido el eje central de su acción política: el respeto por la Constitución Nacional, la defensa de la soberanía nacional, la lucha por el sufragio popular, el ejercicio efectivo del  federalismo, la reivindicación de la autodeterminación de los pueblos, el reconocimiento a la autonomía universitaria, la promoción de los derechos sociales y la concepción humanista de la política.

Pero también y fundamentalmente el radicalismo se ha ganado un lugar en la consideración social a partir del reconocimiento de la conducta ética, digna y austera de sus principales referentes históricos quienes, comprometidos con el ideario, han sido y son ejemplo e inspiración de buena parte de nuestra sociedad.

Lo más valioso de este 120° aniversario de la colectividad política más antigua de la Argentina, es que sus principios han dejado de pertenecer con exclusividad a los radicales para ser consideradas por el pueblo argentino en su conjunto como valores y presupuestos irrenunciables en el ejercicio legítimo de la acción política integrándose  así  al acervo cultural del pensamiento democrático argentino.

Vaya pues el reconocimiento y salutación a todas y todos los radicales de cada rincón de la república en este cumpleaños, formulando votos porque nuestra Patria pueda seguir viviendo cada día una nueva aurora de libertad y justicia inspirada en ideales nobles como los que transmitió y transmite desde 1891 la Unión Cívica Radical.

Diego Barovero

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