DIEGO ALBERTO BAROVERO

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DECLARACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL YRIGOYENEANO CON REFERENCIA AL PROYECTO DE LEY QUE PROPICIA EL CAMBIO DE DENOMINACIÓN DEL PUEBLO “HIPÓLITO YRIGOYEN” EN LA PROVINCIA DE SANTA CRUZ



Asistimos con preocupación a la presentación de una iniciativa legal en la provincia de Santa Cruz por parte del bloque de diputados del Partido Justicialista por el que se pretende cambiar la denominación del pueblo “Hipólito Yrigoyen” creado en 1959 por Ley provincial N° 103.

Resulta particularmente lesivo que mediante artilugios se pretenda agraviar la memoria del primer presidente auténticamente democrático de la República Argentina justamente en el año en que se cumple el 90° aniversario de la elección en la que por primera vez el pueblo de la Nación se expresó libre y soberanamente consagrándolo su primer mandatario.

En efecto, se cumplen noventa años de un acontecimiento que marcó un hito en la historia institucional argentina: las primeras elecciones presidenciales bajo la aplicación de la Ley Sáenz Peña que aseguraba la participación popular en los comicios.

Se cerraba así un largo período de inestabilidad que desde la última década del siglo XIX había estado signado por el círculo vicioso: elecciones fraudulentas-revolución-represión-amnistía, circunstancia que deslucía notoriamente a la próspera nación que en poco tiempo se había posicionado en el concierto mundial como una prometedora potencia en desarrollo.

Los sectores más lúcidos de la elíte dirigente argentina tuvieron en Roque Sáenz Peña a su máximo exponente, que comprendió en toda su magnitud el drama que significaba para el país mantener la farsa de instituciones republicanas escasamente representativas.

Las tratativas de Sáenz Peña con el jefe de la oposición radical Hipólito Yrigoyen para que el radicalismo abandonara el camino de la abstención revolucionaria dieron sus primeros frutos con la sanción de un código electoral popularmente conocido luego con el nombre del presidente que la impulsó. Había que crear al sufragante y así se estableció el padrón militar que evitaba la manipulación de los registros voluntarios de electores y también la consagración del voto universal secreto y obligatorio que consagraba la consigna "un hombre, un voto".

Las elecciones del 2 de abril de 1916 arrojaron un resultado para muchos inesperado: el radicalismo y su jefe Hipólito Yrigoyen llegaron al gobierno de la república. Aún faltaba la instancia intermedia de los colegios de electores, ya que la fórmula radical no obtuvo mayoría propia aunque su triunfo fue incontrastable en sufragios populares.

A pesar de las presiones y las agachadas típicas de la política criolla, a Yrigoyen le alcanzaron los electores para ser definitivamente consagrado presidente de la Nación el 20 de julio siguiente.

La asunción de la presidencia el 12 de octubre de aquel año marcó el inicio de lo que Yrigoyen denominó "Reparación Nacional". Aún sin mayoría parlamentaria y con apenas cuatro gobernaciones provinciales favorables el presidente Yrigoyen en el plano interno impulsó la creación de más tres mil escuelas, las primeras leyes previsionales, la jornada laboral de 8 horas, la ley de creación del Banco Agrario, la ley de arrendamientos agrícolas, el decreto del Ferrocarril a Huaytiquina, la Reforma Universitaria, las bases de la Marina Mercante nacional y la creación de YPF y en el plano internacional impulsó la neutralidad en la Gran Guerra, la defensa del americanismo y la autodeterminación de los pueblos.

.Por ello, reclamamos a las autoridades competentes que reflexionen al respecto y desistan de avanzar con un proyecto de ley que agraviaría la memoria colectiva de la ciudadanía.



Buenos Aires, 2 de mayo de 2006.-



Dr. Diego Barovero
Dr. Víctor H. Martínez

Secretario General Presidente

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