DIEGO ALBERTO BAROVERO

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Le Roi s'amuse (El Rey se divierte)
Por Diego Barovero
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No se trata del famoso drama de Víctor Hugo, alusivo al rey francés Francisco I y que dió pie a Giuseppe Verdi para encargarle a Francesco María Piave el libreto de su inmortal "Rigoletto".

La circunstancia del nacimiento de la segunda hija de los príncipes de Asturias vino a poner en evidencia ante los españoles y el mundo una vez más la ausencia del Rey Don Juan Carlos I, lejos de sus dominios reales, ocupado no tanto en asuntos de Estado sino en cuestiones más lúdicas.

Es que la nueva aspirante al trono español, nació el 29 de abril pasado, cuando sus abuelos habían viajado a los funerales del prestigioso cellista Mstislav Rostropovich. La abuela Doña Sofía regresó de inmediato a España para estar cerca de su hijo, nuera y nietas en tan significativo momento familiar, aunque El Borbón demoró cincuenta horas el retorno a sus dominios. ¿Cuál era la razón? Aprovechó su estancia en la Europa oriental para hacerse una corrida hasta la república de Kazajistán y dedicarse a su inveterado hobby de la caza mayor.

No es la primera vez que sus súbditos se enteran por casualidad que el monarca español se aleja de su reino para dedicarse a estos menesteres tan poco ligados a la preservación del medio ambiente y las especies en extinción. Su pasión por la cacería le ha generado no pocas ni infundadas críticas, como cuando cazó animales protegidos en un bosque en Polonia o cuando cazó un oso amaestrado en un pequeño zoo de los Urales. En esta oportunidad, para colmo, cuando una filtración permitió que se conocieran en España los verdaderos motivos de la tardanza real en presentarse a conocer a su nueva nieta, se orquestó un operativo de prensa deciado a ocultar la verdad, por el que se pretendía que Don Juan Carlos se hallaba recibiendo un tratamiento en un balneario de aguas termales.

Estos hechos, harto repetidos en los últimos años aunque poco difundidos (lo que cada vez es más difícil merced a los paparazzi, internet, etc. que terminan por impedir a la realeza española sustraerse a la verdad) debilitan y socavan el prestigio de la monarquía hispana ante la sociedad local y la opinión mundial.

A los irreductibles republicanos españoles les cuesta muy poco recordar y hacer recordar a sus compatriotas con justeza que el monarca que rige los destinos de la península fue "elegido" por el dictador vitalicio Francisco Franco y que para ello nunca hubo una consulta al pueblo, a fin de fuera éste el que libremente se expresara acerca del régimen político más adecuado para la España de la transición postfranquista. Se trata esta de una mácula de origen de la moderna "democracia española" de la que resultan cómplices (y beneficiarios) los otrora republicanos socialistas.

Otras naciones europeas que atravesaron el flagelo de las dictaduras fascistas tuvieron la dignidad de convocar a su pueblo a expresarse en plebiscitos acerca del régimen de gobierno una vez desplazadas aquellas. Así fue en la Italia de posguerra, que se pronunció masivamente por la república, con el agregado polémico de la condena a la dinastía Saboya (tan ligada a la unificación italiana, pero considerada cómplice del Duce) a exiliarse del territorio italiano. España no tuvo esa oportunidad, tal vez porque la frágil transición a la democracia exigía este sacrificio. Aunque, en pleno siglo XXI y ante los legítimos cuestionamientos de raíz republicana pueda analizarse con algún viso de seriedad recurrir a la opinión de los españoles sobre la conveniencia o no de conservar un régimen monárquico "ungido" por un tirano antes de morir.

No se trata aquí de plantear algo baladí ni mucho menos propalar chismes propios de la revista "Hola", sino más bien grave, ya que la vida privada de la familia real española es un verdadero tabú para la prensa, sometida a un régimen de control y censura por parte de la Casa Real Borbónica, silenciándose episodios nada gratos, por caso, romances y amoríos extralegales, enfermedades graves y sus tratamientos médicos, compra de propiedades valiosísimas en otros lugares del mundo, un suicidio, etc. Sin entrar a considerar lo que a la sociedad española significa en términos de erogación presupuestaria tener que mantener el tren de vida de los Borbones; quienes seguramente no son mejores ni peores que muchas familias reales europeas sobre las que la prensa - sobre todo amarilla- habla libremente.

La simpática personalidad del rey sucesor de Francisco Franco, su actitud frente al Tejerazo y sobre todo una magnífica e inteligente política de "marketing monárquico" han venido posponiendo un debate que sin dudas la sociedad española se merece por respeto a ella misma, pero sobre todo por respeto a su historia.

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