Otra vez la sombra del fraude electoral

El director nacional de la Dirección Nacional Electoral que depende del ministerio del Interior Alejandro Tullio sostuvo que el “voto cadena” una de las más usuales prácticas de fraude en los comicios a través de la historia argentina es “un mito urbano”.

Se trata de la persona que tiene a su cargo velar por integridad y seguridad de los comicios, asegurando su veracidad y su confiabilidad.

Un funcionario que debe estar especializado en todo lo atinente a regímenes electorales no solamente desde el punto de vista jurídico, sino en lo práctico, en lo cultural.

Que alguien que tiene sobre sus espaldas semejante responsabilidad opine con tal liviandad acerca de una de las modalidades fraudulentas más utilizadas en los comicios argentinos, que fue siendo pefeccionada a través del tiempo, que surgió en tiempo del llamado “fraude patriótico” ideado por los conservadores reaccionarios pero que ha llegado hasta nuestros días con una actualización que produce escándalo, es cuando menos preocupante.

Porque solo admite dos opciones: o bien es un bruto y un ignorante de nuestra historia pasada y reciente, ya que se trata de un método profusamente difundido. O por el contrario es un mentiroso y un caradura, capaz de sostener sin inmutarse una mentira atroz ya que deja expuesta a la justificada sospecha de la sociedad la transparencia que debe exhibir el comicio como acto sagrado de la democracia republicana y representativa.

En cualquiera de ambas posibilidades, es dramático y bochornoso. Debería renunciar inmediatamente. O mejor aún, ser relevado de su cargo.

Diego Barovero
Abogado
Profesor de derecho constitucional