DIEGO ALBERTO BAROVERO:
“ UCR. Su historia, su doctrina, sus nombres ”
Prólogo de Julio Cobos, Ed. Dunken, Bs.As. 2010.
La alarmante ignorancia histórica, habitual entre la gente del común, y particularmente entre jóvenes, constituye un lastre que agrava nuestros males cívicos. Parece indispensable, sin pretender erudición, un mínimo ubicarse en tiempos, personas e instituciones, para entender quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.
A la desidia en aprender, se agrega la falsificación de la historia que algunos practican, y ambas dan una suma desastrosa. En particular, se ignora el desarrollo del país durante el último siglo, el que más nos condiciona.
En ese contexto, el libro de Barovero constituye un aporte sumamente valioso. Allí se expone el proceso integral de la UCR, nuestro partido más antiguo – 120 años --, y además, uno de los que cuenta con dimensión nacional, ejemplaridad y validez.
Aunque en principio, se trata según manifiesta su autor, de una compilación de artículos a veces ya publicados, el desarrollo es completo y coherente. Barovero, un estudioso, yrigoyenista empedernido, arranca desde la doctrina radical: federalismo, Constitución, sufragio, defensa del patrimonio, americanismo, neutralidad, etc., para luego evocar los
inicios y los gestores de la saga de la UCR: Alem, del Valle, Yrigoyen, cuyos tratos con Sáenz Peña que moralizaron el sufragio, evoca eficazmente.
Tras exponer la actuación presidencial de don Hipólito, donde el autor incluye interesantes polémicas con Osvaldo Bayer, sobre la Patagonia, y Felipe Pigna, sobre la Semana Trágica, revaloriza la figura de Marcelo T. de Alvear injustamente acallada por tirios y troyanos, inclusive puertas adentro. Barovero atribuye esa disminución, en buena medida, a influencias de FORJA, grupo heterogéneo cuyos integrantes concluyeron por desbandarse y algunos por recalar en el peronismo.
Sigue una galería de personajes, trascendentes antaño y muchos hogaño casi olvidados: Enrique Mosconi, Honorio Pueyrredón, Ricardo Rojas, Homero Manzi,
que no obstante su admiración por Evita, nunca fue peronista --, Leonidas Anastasi, el lúcido Moisés Lebensohn jaqueado siempre por las internas, Crisólogo Larralde, Ricardo Balbín – Barovero incorpora la sabrosa historia de las fotos que en prisión, a hurtadillas, le tomó Miguel Szelagowski --, Humberto Illia, Atahualpa Yupanki – torturado bajo el peronismo, cuando le destrozaron la mano derecha, sin advertir que no lo silenciaban, pues guitarreaba de zurda --, Anselmo Marini, Rubén Blanco, Richard Pueyrredón, Raúl Alfonsín y Julio Cobos, al que juzga con racional benevolencia, no exenta de alguna crítica, y quien es autor de un prólogo elocuente y preciso.
En suma, el libro de Diego Barovero resulta muy útil para quienes quieran instruirse en la evolución de un partido clave, cuya historia refleja la de nuestra nación.
Y tiene otro mérito. No obstante la apasionada postura partidaria del autor, no permanece en lo exclusivamente laudatorio: contiene severas observaciones referidas a quienes, dentro del mismo partido, han olvidado a veces las tradiciones republicanas que fueron siempre el penacho del radicalismo, pues no importa perder una elección, sí importa perder los principios.
Horacio Sanguinetti
“ UCR. Su historia, su doctrina, sus nombres ”
Prólogo de Julio Cobos, Ed. Dunken, Bs.As. 2010.
La alarmante ignorancia histórica, habitual entre la gente del común, y particularmente entre jóvenes, constituye un lastre que agrava nuestros males cívicos. Parece indispensable, sin pretender erudición, un mínimo ubicarse en tiempos, personas e instituciones, para entender quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.
A la desidia en aprender, se agrega la falsificación de la historia que algunos practican, y ambas dan una suma desastrosa. En particular, se ignora el desarrollo del país durante el último siglo, el que más nos condiciona.
En ese contexto, el libro de Barovero constituye un aporte sumamente valioso. Allí se expone el proceso integral de la UCR, nuestro partido más antiguo – 120 años --, y además, uno de los que cuenta con dimensión nacional, ejemplaridad y validez.
Aunque en principio, se trata según manifiesta su autor, de una compilación de artículos a veces ya publicados, el desarrollo es completo y coherente. Barovero, un estudioso, yrigoyenista empedernido, arranca desde la doctrina radical: federalismo, Constitución, sufragio, defensa del patrimonio, americanismo, neutralidad, etc., para luego evocar los
inicios y los gestores de la saga de la UCR: Alem, del Valle, Yrigoyen, cuyos tratos con Sáenz Peña que moralizaron el sufragio, evoca eficazmente.
Tras exponer la actuación presidencial de don Hipólito, donde el autor incluye interesantes polémicas con Osvaldo Bayer, sobre la Patagonia, y Felipe Pigna, sobre la Semana Trágica, revaloriza la figura de Marcelo T. de Alvear injustamente acallada por tirios y troyanos, inclusive puertas adentro. Barovero atribuye esa disminución, en buena medida, a influencias de FORJA, grupo heterogéneo cuyos integrantes concluyeron por desbandarse y algunos por recalar en el peronismo.
Sigue una galería de personajes, trascendentes antaño y muchos hogaño casi olvidados: Enrique Mosconi, Honorio Pueyrredón, Ricardo Rojas, Homero Manzi,
que no obstante su admiración por Evita, nunca fue peronista --, Leonidas Anastasi, el lúcido Moisés Lebensohn jaqueado siempre por las internas, Crisólogo Larralde, Ricardo Balbín – Barovero incorpora la sabrosa historia de las fotos que en prisión, a hurtadillas, le tomó Miguel Szelagowski --, Humberto Illia, Atahualpa Yupanki – torturado bajo el peronismo, cuando le destrozaron la mano derecha, sin advertir que no lo silenciaban, pues guitarreaba de zurda --, Anselmo Marini, Rubén Blanco, Richard Pueyrredón, Raúl Alfonsín y Julio Cobos, al que juzga con racional benevolencia, no exenta de alguna crítica, y quien es autor de un prólogo elocuente y preciso.
En suma, el libro de Diego Barovero resulta muy útil para quienes quieran instruirse en la evolución de un partido clave, cuya historia refleja la de nuestra nación.
Y tiene otro mérito. No obstante la apasionada postura partidaria del autor, no permanece en lo exclusivamente laudatorio: contiene severas observaciones referidas a quienes, dentro del mismo partido, han olvidado a veces las tradiciones republicanas que fueron siempre el penacho del radicalismo, pues no importa perder una elección, sí importa perder los principios.
Horacio Sanguinetti
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