Escribe Diego Barovero *
El 9 de
julio de 1894 Buenos Aires se engalanó para celebrar un gran acontecimiento: la
inauguración de la Avenida de Mayo.
Sin
embargo, un día antes, el 8 de julio La Boca del Riachuelo vivió su propia
fiesta. En la manzana delimitada por las calles Suárez, Santa Teresa (hoy
Ministro Brin), Olavarría y 119 (hoy Sebastián Caboto) se inauguraba la Plaza Solís ,
denominación en homenaje al navegante que descubriera el Río de la Plata.
La
gestión había sido iniciada por el vecino Santiago Ferro , que
incluyeron unas décimas entonadas por el celebérrimo payador de las dos orillas
del Río de la
Plata Gabino Ezeiza en 1892 ante el intendente municipal
Francisco Bollini, quien dispuso el inicio de la obras. Dos años más
tarde su sucesor Federico Pinedo inauguraba la primera plaza del barrio de La
Boca.
Desde
aquella jornada la Plaza
Solís fue hito y epicentro de numerosos y significativos
acontecimientos y marco propicio para el prolífico desarrollo de las más
variadas actividades humanas que siempre caracterizaron a la populosa barriada
ribereña.
En 1895 en
la esquina de Olavarría y Ministro Brin comenzó a funcionar el magnífico
Mercado Solís. Y algunos años más tarde, el 3 de abril de 1905, un grupo de
muchachos soñadores dio el puntapié para el nacimiento de una señera
institución barrial con proyección internacional: el Club Atlético Boca
Juniors.
El
entorno de la Plaza Solís
señala la proliferación de interesantes y variados ejemplos de las típicas
casas boquenses de chapa y madera, que lucen aún orgullosas la policromía
impulsada por Benito Quinquela Martín como hito característico del barrio.
Las
celebraciones de Nochebuena y Año Nuevo trascendían los límites del espacio
privado, ya que las mesas para la cena familiar se tendían generosas en las veredas
o directamente en la calle o la mismísima plaza, como lugar de encuentro y
festejo común. Diz que en aquellos primeros años del siglo XX el tango nacía, orillero, entre
La Boca y Barracas. Y, originario de aquel reducto, brillaba entre otros el
indeleble bandoneonista Juan Bautista “Bachicha” Deambroggio, a quien nada
menos que Carlitos Gardel grabó en París su “Bandoneón arrabalero”. A pocas
cuadras, en Suárez y Necochea esquina mitológica del tango, sonaban en sus
cuatros esquinas los mágicos acordes de los jóvenes Eduardo Arolas, Agustín
Bardi, Francisco Canaro, Genaro Espósito y Arturo Bernstein.
En la
intersección de Suárez y Caboto, el 15 de enero de 1949 nació la Agrupación Humorística
Los Nenes de Suárez y Caboto que hizo las delicias de los
niños y los no tan niños en los populares y recordados carnavales boquenses.
En el N°
74 de Suárez vivió por muchos años el eminente pintor Miguel Diomede, ganador
del Premio Palanza y académico de Bellas Artes.
La
esquina noroeste de Suárez y Caboto es sede del tradicional café y restaurante
(que se inició en los años 30 como almacén y despacho de bebidas de la
mano del matrimonio español compuesto por Manuel Pazios y María Servando) La Buena Medida , que
desde 1972 regenteó don Angel
“ El Bebe” Schiavone, y actualmente su hijo Antonio -Tony para los amigos del barrio y habitués-. Ese local fue escenario de la filmación de dos
singulares películas del cine nacional: “Los muchachos de mi barrio”, de 1970,
dirigida por Enrique Carreras y protagonizada por Palito Ortega, Javier
Portales, Juan
Carlos Altavista y Evangelina Salazar; y “Un oso rojo”, de
2002, dirigida por Adrián Caetano y protagonizada por Julio Chávez, Soledad
Villamil y René Lavand.
En los
tiempos de actividad portuaria los altos de esa esquina fueron sede de un
sindicato naval y luego atellier de otro
célebre pintor boquense, Manuel
González Lázara, uno de los maestros fundadores de la Agrupación Gente
de Arte y Letras Impulso.
*Junta Auténtica de
Historia y Cultura de La Boca del Riachuelo.
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