Con motivo del Día Nacional del Tango, que se celebra el 11 de diciembre de todos los años por el aniversario del natalicio de Carlos Gardel, haremos una somera referencia a los orígenes de nuestra música ciudadana en el ámbito geográfico que según mentan fue donde se oyeron y bailaron los primeros compases: el barrio de La Boca.
Cafetines, bares, bodegones, fueron en La
Boca centro de su activa vida social y cultural. Los hubo de todo tipo y
condición: los que se encendían por las noches cuando el tango recién se iniciaba ; los que congregaban tertulias de intelectuales, artistas y
políticos; los de dudosa moral que permitían apostar unos pesos y cambiar la
suerte con el juego. Situados en su gran mayoría en las inmediaciones del eje
constituído por la avenida Pedro de Mendoza, la avenida Almirante Brown y la
calle Necochea, fueron testigos de tantas historias como la multiplicidad de
hombres y mujeres que llegaron hasta el Riachuelo. Y no pocos historiadores y
memoriosos afirman que al amparo de esos locales nació el tango en esa
barriada.
En Necochea y Brandsen, estaba el Café
Azul frecuentado por afrodescendientes y correntinos en su gran mayoría, fue el
primero en contar con una orquesta en sus instalaciones. En diagonal al mismo,
Juan Filiberti apodado “Mascarilla”-padre de uno de los más significativos exponentes de esa música en estas tierras- regenteaba su propia casa de baile muy
popular por aquella época. En 1876 abrió sus puertas el “Bailetín de Tancredi”
en Olavarria al 200 casi Necochea, siendo uno de los primeros lugares donde
comenzó a perfilarse el tango como género musical. Dicen que su propietario le
cobraba a los bailarines cinco centavos la pieza y para que ninguno bailara sin
pagar, la cobranza la hacía con una mano mientras en la otra empuñaba un
trabuco. Frente al “Tancredi” estaba el “Bailetín de Nani”
El cruce mítico
de las emblemáticas Necochea y Suárez vió su esplendor cuando las cuatro
ochavas fueron ocupadas por sendos bares donde se tocaba tango. Uno de ellos
fue el Café Royal, llamado también Café del Griego, donde camareras vestidas de
negro con delantal blanco servían el "café a la turca", que dejaba
una borra espesa en el fondo del pocillo. Francisco Canaro, recordado músico,
compositor y director de orquesta tuvo su primer contrato en ese local en 1908.
Allí mismo en 1909 Eduardo Arolas estrenó su primer tango “Una noche de
garufa”. El Café La Marina estaba a la vuelta en Suárez 275. Allí se había
mudado “El Tano” Genaro Espósito con un trío que completaban Agustín Bardi
en piano y José “el tuerto” Camarano en guitarra. El Café Bar La Popular,
ubicado en otra de las ochavas se caracterizaba por la presencia de hermosas
mujeres que eran las preferidas de
los marineros y su bella propietaria sufría por el amor no correspondido de
Eduardo Arolas
Muy cerca de
allí, en Necochea y Brandsen, el 8 de marzo de 1885 nació el máximo paradigma boquense de la música tanguera Juan de Dios Filiberto. Músico, compositor y director de
orquesta, creador de piezas inolvidables como Caminito, El Pañuelito, Malevaje,
Quejas de Bandoneón, La Vuelta de Rocha, entre muchísimas otras, que vivió toda su vida en La Boca
hasta el 11 de noviembre de 1964, conmemorándose el cincuentenario de su
fallecimiento.
En 1905 abrió sus
puertas el célebre Bar Roma, aún hoy situado en Olavarria y Almirante Brown. Visitado
por personajes emblemáticos como Alfredo Palacios Benito Quinquela Martín y Juan de Dios
Filiberto, también sirvió de escenario para que un dúo compuesto por los muy
jóvenes y desconocidos Carlos Gardel y José Razzano actuaran en La Boca. La milonga de Enrique
Cadícamo recuerda el hito en su poema “El morocho y el oriental”:
Diego Barovero
Junto al maestro Horacio Ferrer en un rincón mítico de La Boca, el bar La Buena Medida de Suárez y Caboto
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