DIEGO ALBERTO BAROVERO

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Razones de un radical para no votar por Roberto Lavagna

Diego Barovero





Frente a la elección presidencial del 28 de octubre deseo expresar públicamente algunas razones que como radical me impiden votar por Roberto Lavagna aún cuando su candidatura cuenta con el aval de un sector de la U.C.R.

Desde Pensamiento y Acción, el espacio crítico e intransigente que comparto con muchos correligionarios radicales, hemos sostenido desde que se insinuó el posile apoyo del radicalismo a la candidatura del doctor Roberto Lavagna que por sus ideas, su trayectoria y su proyecto éste representa la antítesis del pensamiento doctrinario de la Unión Cívica Radical.

Lavagna integró el equipo económico de tecnócratas neoliberales que se incorporó al gobierno del presidente Alfonsín de la mano de Sourrouille, Machinea y Brodershon, audenominados “heterodoxos”, y que desplazaron al último equipo económico del radicalismo (Integrado por Bernardo Grinspun, Roque Carranza, Conrado Storani y Enrique García Vázquez entre otros) para aplicar una "economía de guerra" a través de los planes de ajuste denominados "Austral" y "Primavera" que generaron la pérdida del poder de ingresos de los trabajadores por primera vez en una administración radical.

Por su actuación en esa conducción económica Lavagna fue corresponsable del reconocimiento de la deuda externa ilegítima y de ensayos privatizadores de las petroquímicas estatales y de Y.P.F., lo que sentó luego bases para el modelo de posterior entrega menemista.

Sin perjuicio de ello, cuando la gestión del presidente Alfonsín entró en crisis, Lavagna se fue por la ventana denunciando un "festival de bonos" como si no hubiera tenido responsabilidad en el desaguisado.

Aunque ahora ensaya tibias críticas a "la política económica de los años noventa" no se le conocen a Lavagna posiciones críticas respecto del proyecto neoliberal de transferencia de recursos del menemismo, ni en tiempos de la administración de la Alianza, que continuó y profundizó el modelo, gestión durante la que se desempeñó como embajador en la Comunidad Económica Europea, sin que se le oyera una crítica a la convertibilidad.

Posteriormente, durante su gestión como ministro de Economía de Duhalde impulsó la sanción de dos normas largamente reclamadas por el Fondo Monetario Internacional: la Ley de Responsabilidad Fiscal y se derogó la Ley de Subversión Económica. También dispuso y acrecentó los poderes otorgados al PE por la actual Ley de Emergencia Pública Nº 25.561 y es responsable del Decreto que permite a las petroleras el no ingreso al país del 70 % de las divisas generadas por las exportaciones, reinstalando un beneficio que les otorgó Menem en 1989.

Y en su período a cargo de la economía de la administración Kirchner, Lavagna fue responsable del enorme perjuicio a los ahorristas y futuros jubilados, pero se cuidó mucho de no perjudicar a los bancos y a las AFJP, y de un canje de deuda que constituyó una operación financiera pésima, ya que debemos más que antes, sin olvidar el blanqueo de truculentos canjes y megacanjes anteriores; y tampoco promovió jamás una reforma tributaria que revierta el actual esquema regresivo de impuestos indirectos al consumo que recae sobre las clases trabajadoras ni tampoco por la recuperación de nuestros recursos los hidrocarburíferos.

Los motivos expuestos acreditan el escaso emparentamiento de las ideas y la acción del Dr. Roberto Lavagna con la doctrina y el programa histórico de la Unión Cívica Radical en materia económica, y es por ello que convocamos a aquellos radicales de intemperie, a los que no se sienten identificados con el contubernio amañado por una conducción claudicante en detrimento de la personalidad política del auténtico radicalismo, desviándolo de su sendero y su compromiso en la lucha por la emancipación integral del pueblo argentino, a votar por aquellos candidatos o candidatas a presidente que de acuerdo con su conciencia mejor expresen la síntesis de los valores y la doctrina del partido de Alem, de Yrigoyen, de Alvear, de Lebensohn, de Larralde , de Illia y de Balbín con el compromiso de reconstruir las bases de la república democrática sobre principios de libertad y equidad social.

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